Johnnie To y Richard Kelly, en casa
Southland Tales

Después de la perfecta y sorprendente Donnie Darko, Richard Kelly narró otro relato sobre el fin del mundo mucho más ambicioso, con una trama muy compleja que mezclaba el mundo del cine, la sátira sobre el universo pop (no por nada el protagonista es Dwayne Johnson) y una fábula política y musical, todo al mismo tiempo. El resultado es, en más de un sentido, abrumador, una historia donde se mezclan la ciencia ficción con la sátira desatada y que, a veces, uno no sabe bien hacia dónde va. Con el tiempo, este filme excesivo, surreal y desmañado, se convirtió en un fracaso célebre que vale la pena ver, especialmente -es el caso- cuando nadie se animó a estrenarlo en la Argentina. (En Mubi, 7 puntos)
LIfeline

Aprovechemos la cuarentena par descubrir cosas. Por ejemplo, el inmenso talento cinematográfico de Johnny To, uno de los más grandes cineastas asiáticos. To se dedica en general al cine de acción, pero ha hecho de todo, desde terror a comedias pasando incluso por cine de superhéroes, filmes épicos o comedias musicales. Lifeline es de 1997, cuando terminaba lo que podríamos llamar su "etapa de formación" y tiene mucho del tono general del autor cuando se trata de drama: una mezcla de virtuosismo técnico con personajes muy precisos y secuencias que van al corazón de la trama sin aditamentos que la extiendan. Se trata de la vida de un grupo de bomberos que debe equilibrar vida privada con heroísmo público y no siempre las cosas funcionan. Por momentos, una película de gran lirismo que prefigura obras mayores como Breaking News. (En Netflix, 9 puntos)