Cuando este año se estrenó Érase una vez en Hollywood (lejos de lo mejor del año), recordamos con cariño a Sharon Tate. Dejemos de lado su final trágico: hay pocas películas con ella, y solo una donde se la puede considerar protagonista, al lado de su marido y director, Roman Polanski. Esa película es La danza de los vampiros, quizás la primera combinación exitosa de terror y humor, cóctel especialmente fuerte en los años 80. Aquí se trata de dos cazadores de vampiros que van en busca de un malvado conde y su corte, sometidos a dos clases de problemas: las propias características de estos no-muertos y su propia torpeza. Hay muchísimo humor y algunas invenciones visuales notables (la huída del baile, por ejemplo). Y Sharon Tate demuestra que sabía cómo ser extremadamente sexy y simpática hasta la risa, una combinación escasísima en el cine. Los títulos animados son una película aparte. En Qubit.TV
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