Seda: "Tener la nada entre los dedos"
La suscripción del acuerdo de la Ruta de la Seda no aparece demasiado compatible con la Carta de Invitación de la OCDE

Por Alberto Biglieri
Fue la magia de lo etéreo la que impulsó a Alessandro Baricco a poner en boca de unos de sus personajes de "Seda" la definición que utilizamos de título.
Y miles de años después, otro debate similar inasible (5G) nos transporta al lejano Oriente por La Ruta de la Seda.
La mayoría de los historiadores confluyen en señalar entre las condiciones que se fueron desarrollando a lo largo del primer milenio anterior a la era cristiana, a la fascinación que despertó en las elites griegas y luego romanas la tela que llegaba de Oriente y se impuso junto a las piezas de orfebrería en oro, bronce con perlas y piedras preciosas en los vestuarios de las clases más pudientes. Como los artefactos tecnológicos del hoy.
La consolidación política y militar de los sucesivos imperios chinos y mongoles, la expansión de Alejandro Magno y luego del Imperio Romano brindaron la cobertura indispensable para que ese gigantesco dispositivo de seguridad protegiera los sueños de los anónimos Marco Polo que recorrían el inmenso mundo de entonces.
Solo para diversión, señalo que existen varias referencias al conflicto dogmático en el cristianismo del 400 que motivo un concilio para laudar sobre el nestorianismo, que sostenía el debate de dos Cristos (el humano y el divino), a diferencia de Cirilo, cuya idea de la unicidad prevaleció en Efeso.
Este debate y sus consecuencias incidieron directamente en esa época de desarrollo de la Ruta de la Seda, tanto por su influencia geográfica como por la contemporánea recepción de la nueva religión de estado del Imperio. El nestorianismo era la doctrina central en aquel cristianismo asiático.
La obsesión comercial y expansiva del Imperio Romano, cuyos sucesores impulsaron hasta a Colón, montó otro monumental dispositivo para alentar el comercio internacional, el derecho privado más extendido en Europa continental y todas sus conquistas. De allí arrancaron.
Pero hoy, salvados los gusanos (japoneses) de la novela de Baricco, garantizada la producción textil con multiples ofertas, las rutas y los mapas de fácil acceso en Google que impactan a simple vista de la Ruta de la Seda (de su antecesora del Jade) se parecen a esos dibujitos lineales de la familia que nos entregan el día pertinente en los Jardínes de Infantes. Un planisferio actual de fibra óptica, cableados submarinos y de los cursos satelitales que nutren la Red, propondrían una intensa y oscura telaraña, prácticamente, sin valor o impacto visual.
Las alocuciones presidenciales que ganan las primeras planas no terminan siendo lo necesariamente importante.
Las firmas son otra cosa, la suscripción del acuerdo de la Ruta de la Seda no aparece demasiado compatible con la Carta de Invitación de la OCDE, que, como dijimos el lunes pasado, también recibió Brasil.
Entre las hipótesis que maneja el Gobierno existe alguna en la que una eventual presidencia de Lula cambie el rumbo que está señalando el socio principal del Mercosur en la agenda del 5G. ¿Hay alguna posibilidad de que Brasil abandone la búsqueda de la membresía OCDE durante el próximo lustro?
Las palabras y las fotos con la puerta a Putin, los Juegos de Invierno y los mensajes a Washington parecen parte de una política internacional y global errante o tercermundista, según el comentarista de turno, pero la integración regional es un mandato constitucional que se debe cumplir.
Esperamos, como la semana pasada, leer lo que se firma para opinar a fondo.