Verónica Stigger: “Escribir es llevar elextrañamiento al límite”
Desde San Pablo, Verónica Stigger dialogó con BAE Negocios sobre su nuevo libro, Opisanie swiata. “Lo que significa el título es revelado en el último capítulo", cuenta sobre un viaje imperdible
"Puedo decir, sin peligro de spoilear, que Opisanie swiata es como se suele traducir al polaco el nombre del libro de viajes de Marco Polo. Escogí darle un título en polaco, el idioma del protagonista de la historia, porque quería colocar al lector, aunque sea por un breve momento, en posición de extranjero, que es la posición no solo del protagonista sino también de la mayoría de los personajes." Así comienza la entrevista con Verónica Stigger, escritora y crítica literaria, en diálogo con BAE Negocios
—Casi todos los personajes tienen una característica común
—A excepción tal vez de dos personajes, todos los demás son extranjeros, en el sentido de que están desplazados de sus lugares de origen. Están en tránsito. Creo que estar en tránsito, estar en desplazamiento, es la condición definidora de los seres humanos del período en que pasa el libro; es decir, del “hombre moderno”. Y fue en esta condición de desplazado que quise colocar al lector. O mejor dicho, quise revelar al lector la posición de desplazado que, en realidad, siempre ha sido suya, aunque no se dé cuenta. Menos que por la pertenencia, nos dejamos definir por el extrañamiento.
—¿Cómo surgió la historia?
—Soy escritora, pero también investigadora, crítica y curadora de arte. Estaba estudiando a dos artistas cuando empecé a escribir Opisanie wiata: Roman Opalka (de quien me apropié el nombre para el protagonista), de origen polaco, y Maria Martins, escultora brasileña que tiene una serie de obras sobre los mitos amazónicos. Esos dos artistas me hicieran ir de Polonia, tierra de uno, a la Amazonia, objeto de figuración de la otra. Un día, cuando hablaba de la aparente desconexión de aquellas investigaciones, mi esposo, un poco en broma y un tanto con desafío, me preguntó por qué no hacía un libro que comenzara en Polonia y terminara en la Amazonia. La provocación me llevó a pensar en un libro de viaje. Después de pensar mucho, se me ocurrió la idea: Opalka vuelve porque se entera que tiene un hijo en la Amazonia y que este hijo está enfermo y quiere conocerlo.
—¿Tiene algo de real?
—Todo es invención, incluso cuando es real.
—Estas dos personas que de manera circunstancial hacen un viaje juntos, ¿aprenden uno del otro?
—Es un libro de viajes, pero también es un libro sobre la amistad, sobre esa amistad que surge y se construye inesperadamente, como en el encuentro fortuito de dos extraños en una estación de tren. Bopp simpatiza con la historia de Opalka y, al darse cuenta de que su compañero de viaje es un hombre solitario, se muestra dispuesto a acompañarlo en su regreso a Brasil (y no perdamos de vista que Bopp podría tener la edad del hijo de Opalka). Los dos personajes no podrían ser más diferentes: Opalka es serio, callado, circunspecto; Bopp es su opuesto exacto, extravagante, hablador, vivo. Así, uno completa al otro.

—¿Viajar es siempre una aventura?
—Viajar es una aventura, un descubrimiento y una transformación. Nunca volvemos siendo los mismos después de un viaje. El viaje, por pequeño que sea el desplazamiento, aleja al sujeto del lugar al que está acostumbrado. Es, por tanto, fundamental en el proceso de extrañamiento. No hay conocimiento, mucho menos transformación, desde una posición cómoda. Al contrario, es el malestar, la inconformidad, lo que lleva a la duda y al cuestionamiento. Para volver a describir el mundo (quizás esta sea una de las funciones de la literatura y el arte: describir el mundo contra sus interpretaciones habituales, describir el mundo con el poder de la imaginación, y escribirlo, en el sentido más fuerte del verbo) es necesario, primero, extrañarlo. Escribir literatura es, al menos para mí, llevar este extrañamiento al límite
—¿Cómo vivís como escritora esta época que nos toca vivir?
—No vivo solo como escritora. También soy profesora, crítica de arte y curadora de exposiciones. Con la migración de los cursos a las plataformas de videoconferencia vengo dando más clases de creación literaria y de teoría y crítica de arte, incluso con alumnos de otras ciudades y de otros países. Como curadora, las exposiciones se redujeron, pero recientemente, con la retomada de algunas actividades presenciales en Brasil, abrí una muestra del artista Rafael França en una galería de San Pablo y estoy trabajando con Eucanaã Ferraz en una gran exposición en torno de la obra de Clarice Lispector (que además de escritora fue pintora). En este tiempo que vivimos (un tiempo de crisis y de duelo) es necesario ser múltiple y fuerte.
—¿La literatura permite viajar?
—Sí, para otros lugares, otras épocas, otros sexos, otras formas de vida. Quizás sea la gran experiencia de la alteridad.
—¿Cómo te parece que salimos de pandemia, mejores o peores?
—Espero que vivos.