El sector financiero, ganador indiscutido de este modelo
Análisis

Por Ignacio Ostera
Si hay que encontrar un ganador indiscutido de este modelo es el sector financiero. No lo fue ni la construcción, de donde proviene el propio presidente Mauricio Macri, ni la industria, que lo apoyó como todo el resto del empresariado en la campaña de 2015 porque lo consideraba un par y ahora se lamenta desde las profundidades de la recesión.
La economía real es una catástrofe, pero las fichas siempre estuvieron puestas en la especulación, a pesar de las advertencias provenientes de espacios diversos por la aplicación de una receta cuyo fracaso ya había sido comprobado por la historia argentina.
Los capitales que así como entran se van, abundaron hasta 2017. El Gobierno se comportó como si ese escenario se prolongara por tiempo indeterminado y se encontró de repente, apenas unos meses después, con una corrida cambiaria que no lograba contener, para terminar en los brazos de Christine Lagarde.
El atraso cambiario y sus síntomas se profundizaron con el ingreso de flujos especulativos: crecía el rojo comercial y el de cuenta corriente, sin que ningún funcionario pareciera tomar nota de la magnitud que habían alcanzado.
Finalmente, el chorro se cortó y la corrección sobre el dólar se hizo de manera desordenada, como ocurre cuando la dependencia de los fondos de corto plazo es tan grande. En el medio, pasaron dos acuerdos con el Fondo Monetario, dos titulares del Banco Central y más de u$s30.000 millones perdidos de las reservas. El mayor índice de inflación en 27 años y una recesión que por primera vez en mucho tiempo se prolongará como mínimo por dos años.